escritos/opiniones/criticas de arte

  La noche y la extrañeza de las palabras

Juntada, amigos, gente ocasional… noche, muchas risas y más sonrisas, ¿muchas verdades también…?
Diálogos que se evaporan, que quedan en lo etéreo…
de esas palabras ¿cuáles traspasan y cuáles mueren ahí mismo? ¿Cuánta verdad contienen?
La mente no entiende pero la sensibilidad y la piel sí…
Me pregunto si realmente la noche desnuda el alma o los oídos escuchan palabras lindas pero vacías.
¿Cuánta verdad hay en las palabras nocturnas?
Me pregunto si vale la pena retenerlas, pensarlas, buscarle su continuidad.
¿Cuánto hay que creerle a las palabras que provienen de la noche? Realmente son pasadizas o dicen más verdades que las que se escuchan de día?
La noche no es para las palabras, para las promesas; pero sí para la piel.
Que siga existiendo la noche junto a la extrañeza de sus palabras…!

(bueno… esto lo estoy escribiendo de noche… ja!)
 

Pinturas que no paran de viajar…

(sobre la obra de Julio Gambero)

Si tenemos que hablar de las obras de Julio Gambero no podemos dejar de lado que ellas circulan no solo dentro de los espacios expositivos de Córdoba sino también fuera de ella, incluyendo Europa y Estados Unidos. Sus pinturas viajan todo el tiempo. Se pudieron ver, por ejemplo en varios aeropuertos de nuestro país como así en distintas muestras realizadas en Buenos Aires y Francia, y próximamente sus pinturas llegarán a Estados Unidos. Si un artista de Córdoba quiere vivir de su arte uno de los caminos que debe tomar es ser visto más allá de su provincia.

  "Mecedora”, óleo sobre mdf, 85cm x 100cm, 2011

“Mecedora” es una de las últimas producciones de Julio. En un límite entre lo abstracto y lo figurativo, entre el dibujo y la pintura, tanto línea como color dicen presente.
Nacido en Rio Cuarto en el año 1981, el artista estudió en Córdoba en la Escuela de Bellas Artes Dr. Figueroa Alcorta en donde se graduó como Técnico - Profesor Superior en Dibujo y Pintura. Pero ¿cómo es la obra de Julio Gambero?
Insertarnos en su obra es horadar entre colores planos con mucha presencia y líneas que, según el caso, son o muy controladas o más expresionistas. Esta diferenciación podemos relacionarlas con la vida de Julio: las líneas controladas bajo el velo de las responsabilidades y las expresionistas que salen y se escapan de la rutina y de la vida cotidiana.

"Motor imaginario", óleo s/ tela, 120 cm x 120cm, 2010

En algunas de sus obras podemos ver un mundo corrido de lugar en donde deja espacio (dentro y fuera del bastidor) para que aquellos que contemplamos su obra la terminemos. El adentro y el afuera del límite del bastidor se entrecruzan y dan a la vista obras que impactan por su simpleza y complejidad simultáneas. De los bastidores entran y salen parte de una bicicleta o de un sillón clásico, como así surgen figuras humanas que se salen de sus propios límites (emocionales). 


Las obras de Julio Gambero, que a su producción de pinturas y dibujos suma la realización de videoarte, son obras que quiere hacerse ver…
Lo interesante en la obra de él es que en formatos, soportes y materiales tradicionales, trabaja con formas, imaginadas o reales, que flotan y se adhieren así porque sí en las telas. Obras de temática simple que a la vez son para contemplar…
Julio Gambero es un artista que está en constante búsqueda, en constante crecimiento. Al conversar con él podemos observar una admirable calma que luego traduce en algunas de sus obras. También en ellas vemos otro mundo de gran expresión y explosión que, por las dudas, prefiero ver solo en sus obras…[1]



Andrea Rugnone 
Septiembre de 2011 


[1] Imágenes e información extraídas de: artejuliocgambero.blogspot.com y www.youtube.com/watch?v=tTRaZdzwnZA

 

 ¿El arte evoluciona o se transforma?

(sobre la muestra Arte Contemporáneo de Córdoba – Colección Museo Caraffa
del 27 de abril al 19 de junio de 2011 – Sala Farina, Ciudad de las Artes)

En los últimos meses pudimos ver en Córdoba dos muestras que “hablaron” sobre parte de la historia del arte cordobés. Una fue la realizada en el Paseo del Buen Pastor llamada “Historia del Dibujo de Córdoba - Revisionismo de 1940 a 2011” y la otra “Arte contemporáneo de Córdoba – Colección museo Caraffa”. Ambas fueron polémicas, la primera por la ausencia de obras de importantes dibujantes locales y por su montaje “amontonado” y la otra por ser su nombre, arte contemporáneo, un tanto cuestionable.
     Haciendo foco en esta última, es importante primero definir a qué llamamos arte contemporáneo. Podemos tomar a este en relación al tiempo como una variable, o como concepto que cuestiona a la propia categoría de arte. Teniendo en cuenta lo segundo podemos encontrar: la ruptura de los soportes tradicionales de las obras y la multiplicidad de los medios en los que se concretan, la necesidad de un capital cultural para poder anclar nuestra percepción con la obra  y/o el ruido o desestabilización del concepto de arte en sí.
     Cuando nos paramos dentro de la sala Farina, ¿bajo cuáles de los dos conceptos mencionados anteriormente sobre lo contemporáneo podemos ver la muestra? Si inundamos nuestros ojos en un giro de 360 grados vamos a ver que nuestra mirada se va a llenar más que nada de pinturas, y en una medida mucho menor de grabados y esculturas. En relación a la historia del arte de Córdoba la disciplina dominante es la pintura, por eso se decanta que en la colección del museo y en la muestra se repita lo mismo. Vemos entonces la mirada del museo, y bajo esto lo que el museo considera contemporáneo (que si tenemos en cuenta lo que definimos como contemporáneo anteriormente no lo es tanto).
     Las últimas adquisiciones del museo, no están incluidas en la muestra y en relación a la muestra, son más contemporáneas en el sentido, por ejemplo, de la ruptura de los soportes tradicionales (la fotografía “Nicola y su doble frente al televisor” (2010) de Nicola Constantino o el objeto-instalación “En esta casa hay fantasmas” (2009) de Román Vitali). Entonces podemos preguntarnos  por qué el museo muestra estas obras y no otras que podría catalogar como arte contemporáneo.
     Cada obra está identificada por su título, técnica, autor y año de ejecución. Cuando nos detenemos a ver cada una de ellas vemos que estas son producciones de los últimos treinta años de artistas de las generaciones del ochenta y del noventa en adelante. En relación a lo que significa una generación Julius Peterson señala: “en una generación de artistas conviven distintos “tipos”, con capacidades diferenciales en el momento de definir las metas, de monopolizar los medios para impulsar la acción o en el modo de completar un proyecto estético o intelectual”. Y continúa: “en distintas generaciones habrá tipos dirigentes, tipos dirigidos y tipos oprimidos, con caracteres particulares en momentos determinados”[1]. Las veintiséis obras expuestas provienen de donaciones y de premios, como los Pro-arte, y forman parte de la colección del Museo Caraffa como del Centro de Arte Contemporáneo de Córdoba, a excepción de Bolivian Explotion de Pablo Scheibengraf que es colección del artista. Podríamos decir entonces que las obras del museo no solo fueron adquiridas en parte tal vez por ciertos gustos o preferencia, sino que también esto dependió de los artistas, de dónde ellos quisieron y quieren estar y por donde quieren que su obra circule.
     Al ingresar a la sala nos topamos con la primera obra, el arquero de Tulio Romano, que nos indica la primera dirección del recorrido de la muestra (hacia la izquierda). Esta será la primera de las dos esculturas expuestas. Al costado y muy cercana a esta, se expone la otra y última escultura: “Niño” de Juan Longhini.

     El gran rectángulo de la sala se divide a través de paneles, el prisma se tiñe en algunos sectores de lilas, naranjas y beige. La sala es grande y las pinturas de mediano y gran formato van trazando el recorrido hacia un lado y otro de las paredes las cuales se interrumpen por varias ventanas. Uno de los bastidores está doblado y es evidente que es un descuido y no una intensión del artista como podría llegar a ser si nos enmarcamos dentro de “lo contemporáneo”, pero entonces: ¿qué nos dice este hecho sobre la conservación de las obras del museo?
     Cuando pensamos en el criterio curatorial nos enfrentamos ante un signo de pregunta. No hay catálogo, ni curador explicitado, solo un folleto del director de la Ciudad de las Artes, Juan Adrián Ratti, que anuncia la muestra como “un testimonio cabal de la evolución del arte”. Pero ¿el arte evoluciona? Podríamos definirlo como una transformación sensible en relación a la sociedad ya que las producciones nunca son independientes de su contexto sino que podemos pensarlas como “consecuencias de”. Si pensamos al arte como evolución, me pregunto si podemos decir que es mejor o peor, mayor o menor el arte del hombre prehistórico o el arte grecorromano en relación a Egon Schiele o el mismo Farina. El arte para Bourdier son productos culturales, en donde su origen no es la nada, es “producto de”, “resultado de”, independientemente de que para el artista esto sea algo consciente o inconsciente. Podemos ver que el arte contemporáneo necesita de cierto capital cultural para poder apreciarlo, al igual que las vanguardias de principios del S.XX. Por lo tanto creo que el concepto más acertado sería el de transformación más que el de evolución.
     Esta muestra es parte de una generación del arte plástico cordobés. En ellas podemos encontrar obras tanto figurativas (Sarampión de Pablo Baena) como abstractas (Sin título de Mario Grinberg o Bolivian Explotion de Pablo Scheibengraf). Podemos ver cierto regionalismo en obras como La mujer del chaman de Mónica Brandi o El quinto jinete de Oscar Paez, como así el género paisaje, presente en la tradición de la pintura cordobesa. Para este caso podemos mencionar las obras Paisaje de Ana Luisa Bondone o la obra de Rubén Menas de la serie De los Pantanos. Otras obras rozan el límite entre pintura y objeto o instalación como lo es Nada me han enseñado los años de Piñeiro o Oulgrieec de José Pizarro. Si bien son obras post dictadura militar en la exposición no hay obras que se relaciones con esta temática.
     Entonces en esta muestra podemos ver parte de la producción artística cordobesa destacando que no hay relación entre el título de la muestra y las obras que allí se exponen. Es interesante de destacar que una colección además de no ser completa, siempre va a tener un cierto defasaje con la producción del momento ya que la obra desde el momento que se realiza hasta que circula y luego (tal vez) la adquiere el museo y luego la expone puede pasar un tiempo considerable que haga que se separe nuevamente del momento actual.
     Podemos pensar que puede haber una mayor identidad y aprehensión con el público con las obras que se exhibieron en esta muestra que con “las más contemporáneas”. Pensemos que Córdoba en más de un aspecto sigue siendo tradicional y pensando en un público general, su capital cultural tal vez no está tan “actualizado” en relación al arte contemporáneo.
     Para finalizar espero que el Museo Caraffa adquiera un mayor número de obras contemporáneas para pronto poder ver realmente “una muestra de arte contemporáneo”. Esto no va a depender solo del museo, sino que es también responsabilidad de los artistas que debemos hacer circular más nuestras obras e ir abriendo en los demás una nueva mirada hacia el arte. No es un objetivo fácil pero sí importante de empezar a desarrollarlo para que los demás no piensen que el arte evoluciona o involuciona sino que se transforma, y esa transformación o cambio forma parte también de los cambios de la misma sociedad en el que todos estamos inmersos.
Andrea Rugnone
Junio de 2011


[1] URRESTI, Marcelo en Generaciones en ALTAMIRANO, Carlos (dir). Términos críticos de sociología de la cultura. Ed. Paidós. Buenos Aires. 2002. Pág. 94
Fotografías extraídas de http://www.salaernestofarina.blogspot.com/

 

Paco, chorros y prostitutas en el Caraffa o Juanito Laguna creció...

(sobre la muestra Retrospectiva de Charly Medina - del 3/3 al 30/04/2011 - Museo Prov. de Bellas Artes Emilio Caraffa - Cba)

¿Quién está en el pasillo del Caraffa? Preguntan los cordobeses cuando se inaugura una muestra en la sala 4 del MEC (Museo Emilio Caraffa). Exponer en un pasillo no significa algo de menor importancia en relación a las otras salas (o sí), este lugar responde al espacio físico alargado, y dividido en forma longitudinal entre pasillo y sala, que comunica el edificio de siempre del museo con la parte nueva desde su ampliación en el año 2007.

Desde el 3 de marzo y hasta el 30 de abril de 2011 se estará exponiendo en el pasillo una retrospectiva el artista cordobés Charly Medina.
Esta muestra junto a las de Mateo Arguello Pitt (Múltiple), Guillermo Rodriguez (Rituales necesarios), Benito Quinquela Martin (Grabados), Pablo Baena (Viaje de ida), una muestra colectiva de videos (Menos tiempo que lugar) y Stephanie Lacombe (La mesa de lo ordinario), es la primera que inaugura el nuevo director del museo Jorge Torres, que asumió su cargo en diciembre de 2010.
A favor de la corta gestión del nuevo director podemos destacar la incorporación de un bar-restaurante, algo que faltaba para estar, entre otras cosas, a la par de otros museos de nivel internacional. También la realización del ciclo “Séptimo en el Caraffa”, ciclo de cine que se da en el mes de abril y en donde se proyectan películas biográficas de algunos pintores.
Un punto negativo podríamos darlo en relación al vermisagge de la inauguración pasada que respondió a un número mucho menor al de asistentes. Por otro lado, y en relación a la muestra actual “La mesa de lo ordinario” de Stephanie Lacombe, el folleto informa que la misma estará, al igual que las demás, hasta el 30 de abril y el 20 de abril esa sala ya estaba cerrada.
Veremos en adelante como continua la gestión del nuevo director, tan criticado al momento de asumir su cargo, deseando que en todo sentido el museo se mantenga o mejore a como está actualmente.

Volviendo al pasillo, encontramos allí la muestra de Charly Medina, artista nacido en 1957 en Río Cuarto, egresado de la Escuela Provincial de Bellas Artes y que actualmente vive, al igual que muchos otros artistas, en Unquillo (Córdoba). Allí vemos una retrospectiva de 24 obras producidas entre el 2001 y el 2011, en donde conviven distintas técnicas, soportes, y tamaños, una interesante variedad de obras para entrar al mundo del artista. Esta variedad junto a la inclusión de textos en algunos casos hacen que el espectador se aleje y se acerque continuamente estando siempre dinámico y expectante a cada pintura.
¿Qué vemos en la retrospectiva de Medina? Vemos adolescentes que consumen marihuana y paco, que roban y viven entre basurales. Vemos prostitutas, armas, colillas de cigarrillos, botellas de cerveza y de whisky semivacías. Estas imágenes podemos relacionarlas con muchas obras de Antonio Berni, aunque no vemos una Ramona Montiel sino varias, no vemos a Juanito Laguna tal como Berni lo presentó sino a varios de él ya adolescentes con zapatillas de marca y camisetas de la selección argentina.
Medina no utiliza el collage de Berni sino que su diferencia está en los soportes: desde papel sulfito, cartón corrugado, telas o bolsas de papel de azúcar. Su técnica va desde la utilización de lápiz, acrílico y aerógrafo.
El artista hace un cruce, tomando parte de la historia del arte con obras conocidas como El Nacimiento de Venus de Boticelli o La Venus del espejo de Velazquez, las interpreta y reinterpreta con situaciones actuales y mostrando cierta ironía en el contenido representando ya que a las Venus las representa más terrenales, curtidas por lo cotidiano. Este recurso de reinterpretación de obras clásicas ya fue utilizado en su momento por otros artistas como Dalí o Picasso por ejemplo.

Nacimiento de Venus cartonera – acrílico sobre lienzo – 142x95 cm


La basura desparramada es un factor común en casi todas sus obras, la basura junto a personas, las personas junto a la basura, cercanía que acentúa la marginalidad. (obras como “Seis para una indiferencia” o “La dama del espejo”).

 Seis para una indiferencia – papel sulfito sobre arpillera y lienzo - 100x150 cm


Los colores planos en muchos casos contribuyen a que la imagen sea directa, clara y más explícita que poética. Dibujo y pintura se mixturan, aunque toma más protagonismo el dibujo, dando una estética que podría relacionarse con la caricatura. (“Los olvidados de siempre” o “Tanguedia” de la serie Cabarute).
Esta muestra puede generar cierta extrañeza, podríamos ver viñetas en vez de cuadros por los recursos que utiliza ya que no son rasgos espontáneos y expresivos sino bien delimitados y en acción.
¿Peca Medina de naif? Si bien se destaca más el contenido por encima de la forma podemos ver en las obras que los rostros o la figura humana casi siempre son representados de frente y se evidencian algunos errores de proporción en la representación de la figura humana. No sabemos si esto es adrede o un error.
Encontramos gran variedad de tamaño, desde grandes formatos a pequeños, es en estos últimos en donde mejor se compone y potencia la obra del artista. (“E´finita” (13x80 cm) o “Ángel” (16x16 cm)

 E´finita – acrílico sobre cartón corrugado – 13x80 cm


¿Su obra es moderna o contemporánea? Podríamos decir que su obra es moderna por la utilización de materiales de desecho en algunos casos, o por ser sus obras pinturas y objetos pero la temática principal, la de la droga, la pobreza, los robos, etc.,  es el hoy de una parte de Córdoba, como también el de muchas otras ciudades.
Entonces podemos enmarcar a su obra como arte moderno, sin decir con esto que es más o menos valiosa.
Es una muestra para ver, un artista para conocer porque sus cuadros nos representa una parte de la sociedad, para algunos un tanto alejada, para otros más próxima a lo realidad y es ahí donde este artista expresa un arte para todos, un mensaje directo y entendible, para aquellos que gustan de un mensaje más explicito que conceptual.
 
Andrea Rugnone
Abril de 2011

 

Flores en un subsuelo sin sol o Copy-Paste

(sobre la muestra "Rococó" de Julia Romano - del 27/4 al 27/5/2011 - FotoGaleria - Fac.Cs.Econ - UNC - Cba)


Camino por la Ciudad Universitaria, en donde los estudiantes van y vienen con sus apuntes en mano, y decido bajar al subsuelo de la Facultad de Ciencias Económicas. Allí se encuentra la Fotogalería de la facultad. Camino unos pasos y me encuentro con un hall central que nuclea la distribución de varias aulas y en donde está la muestra titulada Rococó.
“La Fotogalería (…) se viste de primavera”, nos anuncia parte de un escrito sobre una de las paredes y que da cuenta sobre estas flores que invaden nuestra mirada como quien pasa por un jardín en pleno septiembre. Es probable que nos pueda impactar más ver en una muestra flores recién abiertas en abril, en donde los árboles se van tiñendo de amarillo y las flores casi no están, que en septiembre.

Serie “Paisajes construidos” 2010, collage digital impreso en lona backout montado sobre bastidor de metal, con apliques de vinilo transparente
 
La protagonista (o jardinera) es la artista plástica Julia Romano de 32 años quien hace varios años trabaja con la técnica de collage digital. Santafecina de nacimiento y cordobesa por adopción es licenciada en artes plásticas y además de ser artista actualmente trabaja en el Área de Educación del Museo Emilio Caraffa.
La muestra forma parte de la serie “Paisajes construidos” y está integrada por seis obras, entre ellas un díptico y un tríptico con formatos rectangulares o cuadrados y que podemos agruparlas en dos: las trabajadas con primeros planos y fondos casi inexistentes y aquellas en donde se integran figura y fondo.
En el primer grupo nuestra mirada se llena de flores y hojas recortadas sobre fondos ocres que apenas se ven. Unas flores se superponen sobre las otras respetando sus colores originales mientras que una línea blanca que va tomando formas vegetales o de pájaro se filtra. Esto acentúa la idea de superposición y hace que estos planos se vayan  despegando unos de otros. Las obras transmiten calma, tranquilidad y agrado.
En el segundo grupo encontramos dos obras: un tríptico con un fondo de un campo sembrado y un díptico de montañas nevadas. En ambas las flores y hojas también se superponen a los paisajes, contraponiéndose y equilibrándose.
Un elemento interesante de apreciar es el agregado de apliques en vinilo transparente con las mismas formas de hojas y flores que otorga brillo en algunos sectores de los cuadros.
Podemos preguntarnos si las fotografías fueron sacadas por la artista, tal vez no, pero creo que eso no sería un punto a favor o en contra porque es en la intervención y en este copiar y pegar en donde se constituye la obra.
¿Qué diferencia a algunos de estos cuadros de un empapelado?
Tal vez nada y no significa que sea algo negativo sino que justamente al estar impreso, recortado y montado sobre bastidores hace que resalte más sobre una pared lisa a diferencia de un empapelado que abarca todo un plano entero. A su vez podemos decir que es un arte decorativo, es agradable, femenino, romántico, armonioso, que trasmite calma y justamente esto se acentúa con el nombre de la muestra en donde el rococó remite a estas características.
¿Son realmente “construidos” estos paisajes o podrían llegar a encontrarse por ahí en alguna primavera?
Salgo de ese subsuelo sin sol y subo a la realidad de apuntes de estudiantes dejando en cada paso mío un pétalo de la muestra.
 

Andrea Rugnone